Vivimos sin llegar al techo, pegados al aire rancio de los
rincones,
huimos de cada silencio llevando a peso un montón de palabras sin
usar,
de esas libres de historia,
palabras sobras, que sueñan con tomar vida
y no encuentran su ocasión.
No serán putas verdades, serán no sidas, nunca crearán el
momento que esperas.
Con los ojos cerrados, para nadar bajo las olas de miedo,
miedo a perder
contacto, a frases que no entendemos,
a no ser la flor que consigue salir del lodo.
Nos envenenamos con noticias viejas y morimos en futuros que
no suceden.
Leemos tratando de entender, sin contagiarnos de lo escrito
para,
durante el intento,
Dejar de vivir.